lunes, 19 de abril de 2010

DICTAME QUE ME GUSTA

Escandalizada, joven profesora cuelga los libros.

Siempre me gustó eso de los títulos y los epígrafes, quizá por aquello de la síntesis. Debo confesar, no obstante, que no confío del todo en la completud de las mismas, por lo que procederé de inmediato a victimizar ocasionales lectores con el siguiente desarrollo:
Ella comenzó hace muy poco a dictar clases en la escuela secundaria (o como se llame la semana próxima). No tanto por ser joven, sino por habérselo tomado en serio, pretende que los alumnos adquieran los conocimientos impartidos y utiliza recursos que faciliten el proceso, como es el caso de la analogía.
La cosa parece simple: se refiere a imágenes y-o situaciones concretas –por todos conocidas- para trasladarse desde allí, mediante la comparación, al nuevo concepto que se pretende transmitir. Jesús usaba ese método –las parábolas- según se relata en los evangelios (especie de biografías del maestro de las cuales se “popularizaron” cuatro). A él le fue bastante bien en general –exceptuando el final- pero a nuestra joven amiga no.
Aunque cualquiera podría jurar lo contrario, el elemento “conocido” utilizado en la analogía, resultó no serlo tanto. Parece que el funcionamiento de una ciudad es algo bastante misterioso para muchos y la recolección de residuos (por nombrar un detalle), es una actividad que se registraría en el terreno de la generación espontánea, o algo así. Intentando sostener una presencia de ánimo que tambalea entre el estupor y la frustración, nuestra protagonista procura explicar lo que suponía obvio.
Como la cosa se ponía difícil para todos, los educandos proponen una salida: - Profe, porqué mejor usted nos dicta y nosotros escribimos?
Nada que entender, a quién se le ocurre?
El dictado, aparte de ser un recurso, tiene en si mismo un alto contenido simbólico y, en este caso, representativo de la sociedad que los formó. Son muchos los que prefieren que les “dicten”. La asociación es libre.
Por otra parte, cualquiera con dos dedos (horizontales) de frente, sabe que en el contexto actual la práctica del dictado es para que parezca. En general, la mayoría no solo escribe mal lo que le dictan, sino que además no tiene comprensión alguna de lo que está oyendo y escribiendo.
Cómo se llegó hasta ahí?
Hay causantes y muchísimos cómplices, encontrándose en los primeros puestos los docentes-estafadores. Un docente estafador es aquel que, acomodándose al deterioro o los intereses del poder de turno, se pliega a la decadencia propuesta para generar consumidores pasivos, lo cual termina por producir un caos de tal magnitud que amenaza no solo a la sociedad, sino a la civilización toda. Así como pueden organizarse para resistir la decadencia de los salarios, bien pudieron hacerlo con la decadencia de los conocimientos. Aprobar a un alumno que no sabe, es estafarlo. Ocurre a menudo que algunos de los estafados quieren ser docentes, y lo logran…
Sigo pensando que tiene razón mi amigo, el que dice que la escuela reproduce inexorablemente a la sociedad.
Quizá deba desterrar definitivamente la fantasía con la que crecí, un mundo donde los maestros eran diferentes y lo sabían todo. En fin…

miércoles, 14 de abril de 2010

RESPUESTAS SIN PREGUNTA

Alguna vez, en el marco de la polémica por el ingreso de menores a los boliches, los horarios de los mismos, el consumo de alcohol y otros cansadores etcéteras; un periódico local entrevistó a algunas profesionales de la salud mental -que debería ser la madre de la salud- en busca de respuestas definitivas y contundentes, que den la clave para hacer desaparecer el problema como en los cuentos de hadas (tal suele ser el reclamo de esta sociedad de niños pariendo niños). Las respuestas -sin sorpresa- no se hicieron esperar y se instalaron en torno a lo que está establecido que hay que decir en estos casos. Hubo, sin embargo, una excepción: ininteligible y desconcertante para el contexto local, esa profesional de la escucha planteó, como si tal cosa: "...hay que hacerle lugar a la pregunta".
Nadie entendió y todos criticaron. Esa no era una respuesta. Peor aún, no era la respuesta que se esperaba, de modo que ese recorte de la página fue arrojado por la borda y quedó oficialmente rechazado el desafío, por lo que nos quedamos solo con las respuestas que, para variar, no modificaron nada; aunque eran políticamente correctas.
El "mundo" no es sordo y mudo, como propone Discépolo en el tango Yira. Es sordo, no mas.

domingo, 4 de abril de 2010

ROMPÉ EL SILENCIO

Algo de hambre y algo de ganas de comer pizza me condujeron -dónde sino- a una pizzería. Mesa grande en la vereda (por los últimos calorcitos en un incipiente otoño)rodeada de estómagos festejantes y dentro, solo una pareja. Escogí el interior y -sin alarde de originalidad- pedí pizza y cerveza. Me senté debajo de donde se encuentra el televisor, para no verlo, en arriesgado desafío a la ley promulgada por don Isaac Newton. Pronto comprobé que no ver sería insuficiente, ya que del engendro se estaba extrayendo su máxima potencia en volumen, para ametrallar el aire y hacer rebotar en las membranas auditivas, las voces superpuestas y simultáneas de conductores y participantes de un programa de entretenimientos. No era Tinelli, pero uno de los conductores hablaba (gritaba, en realidad) como él. Cuando percibí que a nadie parecía molestarle y mi resistencia se acercaba a su límite, invadido también por el temor a que la vibración favoreciera la manifestación de la ley de Isaac, decidí aumentar la apuesta y arriesgar también la revelación de mi estado llamando a la joven que atendía las mesas, a la que solicité con mi último aliento cuerdo que disminuyera el volumen. Argumenté que como los conductores del programa hablaban todos a la vez, no se entendía nada (lo cual, bien mirado, constituye el lado bueno de la desgracia) y que por lo tanto era en vano el exceso de volumen. Amablemente la dama accedió y tomando el control, bajó el volumen y cambió de canal con una sonrisa condescendiente. Quise abrazarla pero me contuve, ya había ocasionado suficiente disturbio. Como la pareja de al lado miraba de reojo, aproveché para comentarles esto de la alienación y el torpe barullo. Para mi sorpresa, coincidieron conmigo y me contaron que recién venían del colegio, de una reunión de padres, y que ahí pasaba lo mismo, que todos hablaban a la vez, que nadie escuchaba, que no se entendía nada, que era imposible arribar a una conclusión, etc. Todo ello relatado por ambos al unísono y a voz en cuello...
Alguien llegó a tiempo para interrumpir el dislate e impedir que derramara la cerveza en mis oidos, permitiéndome disfrutarla por donde corresponde.
Qué habrá sido de los oyentes? me pregunté mientras perseguía una aceituna y reflexionaba acerca del porvenir de las radios. Definitivamente los parlanchines están ganando la batalla: estos auténticos jíbaros del sistema, utilizan el taponamiento de oídos como principio elemental para el reduccionismo de cabezas, lo cual tiene su lógica dado que, dejando libre la boca para que drene y tapando la entrada, el vaciamiento se produce rápidamente facilitando el achique, funcional a ciertos propósitos...
CONTINUARÁ, cuando me venga en ganas.

APLAUSOS


La muerte no puede constituir mas que alivio para algunos e inmenso dolor para otros siempre que, claro está, uno se entere de lo que está ocurriendo. Sin embargo, a lo largo de su historia, la humanidad se ha inventado múltiples mecanismos para negarla. Un aplauso es una aprobación o felicitacion instantánea grupal y pública, que reconoce lo que se acaba de actuar. Si lo último que uno hizo es morirse, los aplausos... son una ironía o una torpeza? No dejo de preguntarmelo cada vez que veo público aplaudiendo en un funeral; una modalidad establecida para héroes o famosos, armados por la tele muchas veces para la ocasión.