lunes, 20 de diciembre de 2010

ACTUALIDAD

La tilingada del auto tuneado, con música monocorde a todo volumen; así como el descerebrado del escape libre, son hijos y nietos de aquellos que abandonaron la palabra y claudicaron en la tarea de construir y construirse. El imperio del bajo (sonido grave) transportado en automóviles deformados, no es casual: los sonidos de baja frecuencia se “escuchan” en el vientre y la caja toráxica; desde donde se puede inferir que se trata de una manifestación más, en la insistente búsqueda de estímulos externos y dedicados al cuerpo, en desmedro de los estímulos dedicados al interior que serían aquellos que inciden directamente en la calidad de la persona.


Durante muchísimos años se insistió (y aún se hace) hasta el hartazgo, en la importancia del “sentir” para considerarse humano. Se pintó un estereotipo del pensador, al cual se identificó como alguien frío, calculador y despreciable; estableciendo como contrapartida al ser humano cuyo centro de acción serían los sentimientos, lo cual lo haría “humano”, como sinónimo de bueno.

Hace muy poco tiempo, una publicidad de la legendaria gaseosa del norte ridiculizaba ex profeso a un crítico de cine, mientras una jovencita (gaseosa en mano) miraba embelesada una romántica escena de pantalla grande. El remate publicitario sentenciaba: necesitamos menos críticos, necesitamos disfrutar más.

Si podemos considerar que el crítico de cine es la persona que piensa y analiza, es fácil arribar a la conclusión de que la actividad intelectual sigue siendo bastardeada y en este caso por el gigante del consumo, al cual sospechosamente parece interesarle muy poco que las personas (para ellos meros consumidores) piensen. Por el contrario, les proponen que en vez de eso, sientan –disfruten- consumiendo su bebida y de saber algo ni hablar. Si consideramos también, que por el momento no hay riesgo de decadencia en el consumo de tal brebaje, que el mismo sigue batiendo record dada su calidad e instalación definitiva en el paladar de grandes y chicos, y que por lo tanto no se justifica un gasto publicitario para promover un producto que de todos modos se vende, queda entonces suponer que de lo que se trata es de reforzar (por las dudas) el antiguo mandato de que sentir sería mejor que pensar. No se vendió más Coca Cola con ese spot, pero se recordó la premisa: no queremos que construyan estímulos internos, no queremos que piensen, que analicen, que tengan mejor calidad de vida interior y social, no queremos que sepan... nosotros fabricamos solo estímulos externos, destinados exclusivamente al cuerpo y eso es lo que queremos que consuman.

Demasiadas veces escuché a hombres y mujeres adultos cambiar o pedir que cambien el dial de una radio para sintonizar música, porque en ese momento, en esa sintonía, estaban hablando. Es todo un síntoma del estar peleado con la palabra, que es precisamente la constructora del pensamiento, de la persona. Es la que nos hace humanos y nos aleja del animal primigenio, es nada menos que la capacidad de simbolizar. No es el sentir lo que nos humaniza; es el pensar, hablar, escuchar, simbolizar.

La interpelación típica de cualquier cronista de televisión, comienza diciendo: que sintió...? en tanto que muy rara vez, se escucha preguntar: qué pensó...?

El resultado es una limitación impactante en el desarrollo y la capacidad humana, ilustrado con una frase escalofriante para lo que debería ser la humanidad a estas alturas: “Cuando alguien señala las estrellas, los necios miran el dedo”.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Sur, de Marzo a Junio

Con trazos invisibles
dibuja caprichosa
en el aire y por el aire
el itinerario absurdo de su vuelo.
Será la fria soledad de un banco,
quizá la vera de la acera,
o el pálido cesped tras las rejas
quien acunará su llegada ornamental.
Serán las hojas
Será ocre
Será el otoño.

jueves, 2 de diciembre de 2010

POROS

Brindemos, dijiste


Para celebrar la vida…


Y acaricié tu piel.






Ocurrió entonces que


Los más finos cristales


Crearon melodías originales


Vírgenes de oído humano.






Brindemos, propuse


Por los manantiales…


Y bebí de ti.






Ocurrió entonces que


Tus poros estallaron


Como burbujas de licor


En la superficie del encanto.






Brindamos, entonces


Por los abismos insondables…


Y me dejé caer.






Ocurrió entonces que


El fuego más antiguo


Nos fundió por un instante


Y la vida fue eterna una vez más.