domingo, 6 de junio de 2010

Bicentenario


En la foto
Jorge Lynch,
Profesor de Historia, autor de lo que sigue.






Por coincidencia y solidaridad, publico a continuación el texto del discurso pronunciado por este amigo, el 25 de Mayo de 2010 en el acto oficial.


A los vecinos y autoridades:

Si en esta ocasión solo nos centráramos en rememorar a nuestros héroes del pasado, no aportaríamos nada nuevo a esta significativa fecha. Algunos de estos héroes realmente lo fueron, otros, fueron dibujados por la pluma de los historiadores. Pero gran parte aún mora en la mudez de la historia.

Para esta oportunidad en lugar de repetir lo usual y sentirnos grandes y frustrados al mismo tiempo; grandes, por una ilusión de un pasado que tal vez no lo fue tanto y frustrados por no haber encontrado el camino que ese pasado parecía prometer.

Es hora que mencionemos aquellos actos en los cuales como sociedad somos herederos y responsables, mas aún, somos culpables en la actualidad por seguir reiterándolos. De este modo, al testimoniarlos, poder remitirlos definitivamente.

El proceso que se inicia el 25 de mayo de 1810, no solo es obra de la voluntad de sus actores, sino también de causas internas y externas que de alguna manera condicionaron las características del mismo. De igual manera la instalación en este territorio de una nueva identidad política, la Argentina , que no estaba en ciernes hace doscientos años, sino que es obra de las elites regionales que adoptaron la forma del estado nación, para insertarse en el mundo y el mercado internacional; esta decisión, que hoy deseamos aplaudir, no estuvo exenta de errores e injusticias que aún hoy repetimos como una maldición.

Pablo Neruda, dijo que los españoles se llevaron todo y nos dejaron todo, los españoles se nos llevaron el oro, y nos dejaron el oro, al dejarnos la palabra. Este gran poeta en su grandeza no agregó que también nos dejaron la incapacidad de ver en el otro a un igual, en comprender y convivir con la diversidad.

Así es como esta sociedad -y de esto no siempre tiene la responsabilidad algún actor político- a veces desprecia hasta lo indecible a los que ahora consideramos extranjeros, aunque no siempre lo fueron. Hemos inventado un calificativo para los originarios de BOLIVIA y pocos saben que este territorio, nuestro territorio, es libre porque cuando San Martín decidió emprender su campaña liberadora, cruzando los Andes, fueron los antepasados de los que hoy despreciamos, quienes en alguna oportunidad hasta solo con sus manos contuvieron la marea realista que bajaba del Perú para ahogar en sangre la libertad primera.

Acusamos constantemente a nuestros hermanos chilenos, responsabilizándolos de actos que cometieron sus gobiernos, pero no su pueblo y tampoco sabemos que casi la mitad del ejército de los andes estaba formado por soldados de esa región, los que no tuvieron ni vergüenza ni reservas de servir al mando de un general argentino, quien realizó la única tarea redentora posible, que es la de liberar a los pueblos.

A menudo, nos quejamos con justa razón del abuso imperialista y colonialista de Inglaterra, por la usurpación de nuestras islas Malvinas, sin embargo, también nosotros fuimos un país agresor e imperialista, cuando junto al Imperio del Brasil y a Uruguay, destruimos al hermano pueblo paraguayo, dejando solo mujeres, ancianos y niños.

Posteriormente, fueron los pueblos originarios las víctimas, aquellos que tanto por su valor, como por su mansedumbre habían sobrevivido a la conquista española. Así es como mapuches, araucanos, tehuelches en la Patagonia y tobas en el gran chaco, fueron exterminados, robados y reducidos a la servidumbre. Lo que no había hecho la conquista española, lo hizo este nuevo estado y lo avaló esta sociedad. Me pregunto si para estos pueblos tenga algún valor o sentido este bicentenario.

A esta situación tenemos que agregarle la invisibilidad a la que se sometió a la población afro descendiente, a la misma solo se reserva el recuerdo estereotipado, la de un vendedor de pasteles que parecía ir alegre por la Buenos Aires colonial, mientras que en realidad lo que realizaban eran las duras tareas agrícolas y de servicios para que una clase hispano criolla gozara sin preocupaciones.

Aunque, sin ir mas lejos en los archivos de nuestra parroquia se encuentran las actas bautismales de la población esclava y liberta, cuya sangre posiblemente vague por la venas de algunos de nosotros, esperando algo de reconocimiento.

Solo recordado para las efemérides, es el sitio que se le reservó al gaucho en nuestra cotidianidad, incluso a aquellos que hoy representan, a los que alguna vez con su sangre regaron las acequias de la liberación, se los somete, teniendo que pedir permiso al poder de turno, para iniciar desfiles y procesiones. Sería al menos justo que luego de este acto se aboliera del protocolo tal sumisión.

Por último, para que todos comprobemos como funciona el patriarcado, el papel de la mujer en la historia argentina ha sido relegado a uno secundario. La figura de Mariquita Sanchez de Thompson nos llega desde los libros, como la de una dama, que invitaba a sus tertulias a los jóvenes revolucionarios, no nos cuentan que era una de las principales intelectuales de la época, capaz de enfrentar a sus padres, llevándolos a un juicio de disenso, porque le habían elegido otro compañero que el que su corazón deseaba.

Ni que hablar de Juana Azurduy de Padilla, tuvo que tener la Argentina una presidenta, para reconocer el valor de esa mujer por entonces altoperuana y desde al año pasado es una generala del ejército argentino.

Es imposible no mencionar que fue la lengua y la boca, nuestras lenguas, nuestras bocas, las de esta sociedad, las que durante la última dictadura decían “por algo habrá sido”, créanme que eso fue tan cruel como las mismas manos ejecutoras.

Todos nuestros prejuicios y discriminaciones son reparables, no solo nuestra reflexión puede ayudarnos. Nuestro país cuenta con leyes, con tratados internacionales, que pueden convertirse en herramientas que moldeen a los nuevos ciudadanos. De manera tal, que en los próximos años las nuevas generaciones, sean individuos libres de verdad.

Si en algún momento hoy nos toca unir nuestras voces para vivar a la patria, hay que hacerlo, pero con la certeza que bajo esta patria, entidad intocable, se esconden o cobijan, no un pueblo, sino varios, que esperan su momento.

Muchas Gracias

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