miércoles, 25 de agosto de 2010

CONDENADOS

Cuando en la despedida se anticipan los recuerdos que vendrán a golpear la noche, y alguna parte de nosotros alcanza a ver ese tiempo del muy después, en que estos caerán hasta convertirse en olvido, entonces es cuando la tierra se seca mientras el universo se apaga y entonces es, también, cuando comenzamos a morir por partes, aunque está prohibido. Porque nadie nos quiere tristes y nadie nos quiere a medio morir, porque duele menos morir del todo a pesar de nada. Sin embargo, tampoco nos quieren muertos; y nosotros, locos incurables, queremos que nos quieran. Estamos irremediablemente condenados a vivir hasta morir, por designio de quienes, aún en la despedida, nos dicen que nos quieren.